El vanguardismo, o avant-garde en
francés,
se refiere a las personas o las obras que son experimentales o innovadoras, en particular
en lo que respecta al arte, la cultura y la política.
El vanguardismo representa un empuje de los
límites de lo que se acepta como la norma o statu quo, sobre todo en el ámbito
cultural. La noción de la existencia del vanguardismo es considerado por
algunos como una característica del modernismo, a diferencia de la posmodernidad. Muchos artistas se han
alineado con el movimiento avant-garde y aún continúan haciéndolo, trazando una
historia a partir del dadaísmo pasando por
los situacionistas
hasta artistas posmodernos como los Poetas del Lenguaje
alrededor de 1981.[2]
El término también se refiere a la promoción de
reformas sociales radicales. Fue este sentido que fue evocado por el adherente
a Saint-Simon
Olinde Rodrigues en su ensayo
"L'artiste, le savant et l'industriel" ("El artista, el
científico y el industrial", 1825), que contiene el primer uso registrado
de "avant-garde" en su sentido ahora habitual: allí, Rodrigues pide a
los artistas a "servir como el vanguardismo [de la gente]",
insistiendo en que "el poder de las artes es de hecho la forma más
inmediata y rápida" para la reforma social, política y económica.[3]
Introducción y enfoques principales
El vanguardismo se manifiesta simplemente a
través de varios movimientos que, desde planteamientos divergentes, abordan la
renovación del arte o la pregunta por su función social, desplegando recursos
que quiebren o distorsionen los sistemas más aceptados de representación o
expresión artística, en teatro, pintura, literatura, cine,
arquitectura o música, entre otros.
Algunos autores, como Peter
Bürger (teoría de la vanguardia) distinguen las
"auténticas" vanguardias de aquellos movimientos que orientaron su
confrontación hacia la institución
arte y la dimensión política del accionar artístico en la sociedad,
y concentraron sus innovaciones en la búsqueda de nuevas funciones y relaciones
de poder.
Estos movimientos artísticos renovadores, en general dogmáticos, se produjeron en Europa en las primeras décadas del siglo XX, desde donde se extendieron al resto de los continentes, principalmente hacia América, en donde se enfrentaron al modernismo.
La característica primordial del vanguardismo es
la libertad de
expresión, que se manifiesta alterando la estructura de las obras,
abordando temas tabú y desordenando los parámetros
creativos: en poesía se rompe con la métrica y cobran protagonismo aspectos
antes irrelevantes, como la tipografía; en arquitectura se desecha la
simetría, para dar paso a la asimetría; en pintura se rompe con las líneas, las
formas, los colores neutros y la perspectiva.
Dentro de las corrientes vanguardistas, los ismos
surgieron como propuesta contraria a supuestas corrientes envejecidas y
propusieron innovaciones radicales de contenido, lenguaje y actitud vital.
Entre ellos se encuentran los siguientes:
Impresionismo
El impresionismo no fue propiamente un ismo
de vanguardia, sino un antecedente contra el que reaccionaron los
vanguardistas. Su principal aporte a las vanguardias fue la liberación del
poder expresivo del color. Los impresionistas aprendieron a manejar la pintura
más libre y sueltamente, sin tratar de ocultar sus pinceladas fragmentadas, y
la luz se fue convirtiendo en el gran factor unificador de la figura y el
paisaje. Pero los pintores impresionistas eran artistas que ya no pretendieron
ejercer con su arte una modificación radical en las costumbres de su época ni
estaban comprometidos con la voluntad de un gran cambio social. Son la
consecuencia del fracaso de las pretensiones de la revolución de 1830,
la de 1848 y la Comuna de París. Las discusiones de los
impresionistas fueron básicamente técnicas y su pintura puede considerarse una
exacerbación del naturalismo a un punto tal que terminaría oponiéndose a los
orígenes de aquél. El realismo de Courbet afirmaba que en
la realidad encontraba la esperanza de un cambio, la potencia de los hombres
reales, el movimiento de las fuerzas revolucionarias. Los impresionistas
sustituyen las discusiones de contenido por las de la técnica, la luz, el
objetivismo de la transcripción pictórica.
A finales de 1869
los principales pintores impresionistas ya se conocían bien unos a otros. Por
entonces el café Guerbois,
en la calle de Batignolles, cerca del taller de Édouard Manet (quien parece que por el
momento era la personalidad dominante) se convirtió en el cuartel general de este
círculo artístico. La actitud de solidaridad de los impresionistas a comienzos
de los años 1870 se expresó de un modo muy revelador en
algunos retratos de grupo, como el de Fantin-Latour
(Taller en el barrio de Batignolles, 1870) o el de Bazille (El
taller del artista en la rue de la Condamine, 1870).
Por primera vez, durante la guerra
franco-prusiana los impresionistas tienen que separarse: Pierre-Auguste
Renoir y Manet permanecieron en París, Bazille murió en el frente y
Monet y Camille Pissarro
coincidieron en Londres, donde conocieron a Paul
Durand-Ruel, desde entonces el marchante del grupo. De hecho, en 1873
Durand-Ruel se mostraba ya lo bastante seguro de ellos como para preparar un
catálogo completo con las existencias de su galería que no llegó a publicarse.
Expresionismo
El expresionismo fue una corriente pictórica que
nació como movimiento a principios del siglo XX, entre 1905
y 1925, en Alemania y otros países centroeuropeos de ámbito germánico y austro-húngaro,
ligado al fauvismo francés como arte expresivo y
emocional que se opuso diametralmente al impresionismo. Se aglutinó en la década de 1910 en torno a dos grupos: Die Brücke (El puente) y Der Blaue Reiter (El jinete azul).
Paralelamente desarrolló su actividad en Viena el grupo de la Secesión,
que integraron entre otros Gustav Klimt, Oskar Kokoschka y Egon Schiele.
En los 1920 el expresionismo influyó sobre otras
artes. El
gabinete del Doctor Caligari (Robert Wiene, 1919)
y Nosferatu, el
vampiro (Friedrich
Wilhelm Murnau, 1921) iniciaron el expresionismo
cinematográfico, y los poetas Georg Trakl y Rainer Maria Rilke
llevaron el movimiento al ámbito de la lírica.
Entre los principios de esta corriente artística
se señalan: la reconstrucción de la realidad, la relación de la expresión
literaria con las artes plásticas y la música y la expresión de la angustia del mundo y de la vida a través de
novelas y dramas donde se habla de las limitantes sociales impuestas a la
libertad del hombre. Pretende expresar filias
y fobias del ser humano. Por lo tanto, no
requiere de una buena técnica, ni de un resultado estéticamente bello.
Se enfrentaría básicamente como la teoría
estética a las ideas realistas, a las viejas ideas impresionistas que habían
aparecido en Europa en los últimos veinte años del siglo XIX, y plantearía que
lo real no es fundamentalmente aquello que vemos en lo exterior, sino aquello
que surge en nuestra interioridad cuando vemos, percibimos, intuimos o producimos
algo.
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